Donald Trump, la Aristocracia Empresarial y la Israelización del mundo
Traducido por Alejandra Pinto
El peligro real no es el presidente estadounidense de turno sino un sistema que desarrolla el poder imperial, la aristocracia empresarial y las políticas genocidas bajo la fachada de la democracia, contestadas en la actualidad por un despertar global.
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Sin que importe quién ocupa la Casa Blanca con potestad sobre la destrucción nuclear, el problema no es el individuo humano a cargo sino el sistema que se fortalece con ellos. Tanto el mejor como el peor presidente de EE. UU. revelan el problema esencial de que el poder militar y la economía de este país son demasiado inmensos para que su manejo quede en manos de individuos. Analicemos el régimen de John F. Kennedy, considerado como el presidente de Estados Unidos más importante desde la Segunda Guerra Mundial. Romantizado como Camelot, la presidencia de Kennedy es considerada un tiempo de optimismo y esperanza, de paz y prosperidad, un gobierno de “el mejor y el más brillante”. Aunque JKF inauguró el peligro nuclear durante la crisis de misiles enviados a Cuba, en momentos que la humanidad se acercó como nunca a la catástrofe mundial. Jack Kennedy también impulsó la Guerra química como nunca en la historia, llamada el “Agente Naranja” más que nada como un eufemismo. Usó la dioxina, uno de los químicos más letales producidos por el humano, cuando ordenó la exfoliación indiscriminada de todo el campo vietnamita que buscaba eliminar las protecciones naturales del “enemigo”. Como resultado, varios millones de civiles y miles de soldados estadounidenses perpetuaron sus sufrimientos por temas de salud con problemas como la leucemia, el linfoma y varios cánceres.
Sin la elocuencia y el tacto de Jack, los ocupantes actuales de la Casa Blanca llegan a ser maleducados y ordinarios. Caen sobre sus espaldas crímenes que deshonran la Tierra y las bases de la dignidad humana. Obsesionados por la riqueza y el poder, han plagiado abiertamente los discursos de Michelle Obama, sus hijos cazan aves protegidas en las lagunas venecianas, y abordan el genocidio palestino como un obstáculo inconveniente al desarrollo de los estados actuales de las costas mediterráneas. Han elevado “lo peor y lo más estúpido” a las más altas posiciones de poder.
Su visión de volver a hacer “grande” a Estados Unidos es afín con la idea de Hitler de construir un nuevo imperio alemán, el “Tercer Reich” y con el discurso de Mussolini de restaurar la antigua gloria del supremacismo romano. “Volver a engrandecer América” regresa explícitamente a un pasado glorificado, a través de la promesa supremacista basada en la idealización de la cultura euro americana cuyos crímenes ranquean la historia mundial. Los siglos en que Italia y Alemania declinaron sus puestos imperiales fueron las condiciones históricas que pavimentaron el camino del fascismo y el nazismo durante el siglo veinte.
El declinar actual de EE. UU. y Europa como centros de poder mundial exclusivos y excluyentes es tan aparente que incluso el eslogan “Volver a engrandecer América” es el reconocimiento de que EE. UU. ya no tiene dicha grandeza. El auge de China y el declinar de EE. UU. es tan abrupto que tanto Demócratas como Republicanos se disputan mutuamente cuando plantean rodear los puestos militares chinos y bloquear su economía.
El auge de China no es una abstracción, en las pasadas tres décadas, China sacó a 700 millones de personas de la pobreza absoluta, sorprendió con la reducción de tres cuartas partes del número de personas en el límite de la sobrevivencia. A pesar de los destemplados esfuerzos tanto de Demócratas como de Republicanos por detener la ascendencia de China, es muy poco lo que puede reclamar el liderazgo Estados Unidos. De hecho, la posición de Estados Unidos e Israel se desmorona precipitadamente. Los pueblos del mundo han sido testigo de las máquinas de guerra de Israel y EE. UU. atacando a Irán, Iraq, el Líbano, Siria y Yemen. Mientras el holocausto de Gaza es celebrado por el payaso del mal encerrado en la Casa Blanca, los pueblos del mundo miran con horror su política de prioridad israelita y la celebración de su desenfrenada política militar.
Tan equivocada es la comprensión económica de Trump que en realidad está ayudando a la expansión de China. Ha debilitado el dólar imponiendo elevadas tarifas a la importación. Poco comprende que estas tarifas están ayudando a China a capturar un tráfico y manufactura mundial más colosales aún. Con la estupidez de volver a hacer de Estados Unidos el principal centro manufacturero, promete a los gobiernos extranjeros la reducción de las tarifas de lo que manufacturen en Estados Unidos. Los salarios en el país del norte son tan elevados en comparación a otros lados, que los productos manufacturados aquí serán prohibitivamente caros a no ser que el proletariado estadounidense sufra recortes drásticos en sus salarios. La Guerra de Trump en contra de las universidades es a costa de la contribución de miles de investigadores. Sus ataques anti intelectuales impactarán de modo negativo a las finanzas de las universidades. La presión para que decenas de miles de estudiantes extranjeros se vayan de los Estados Unidos sin duda hará mella en los alcances ulteriores de la cultura estadounidense. Puede creer que recortando millones de dólares a becas de investigación es ahorrar dinero, pero también es perjudicar a largo plazo la innovación en los Estados Unidos. Aquí, de nuevo, contribuye al supremacismo de China en la Inteligencia Artificial y otras tecnologías de punta. En uso de un magro apoyo eleccionario (sólo obtuvo el 32% de los votos elegibles, un porcentaje inferior al recibido por Hitler en 1933), ha amenazado a Panamá con controlar su canal y propuso que Groenlandia fuera absorbida por los Estados Unidos. Ha fortalecido a agentes federales para implementar persecuciones racistas, envió a agentes del gobierno a ocupar Los Ángeles y trató a las personas migrantes como animales.'
Hizo cortes de presupuesto tan amplios a todas las instituciones estatales involucradas con el calentamiento mundial que las estaciones meteorológicas fallaron en calibrar la reciente inundación que mató a más de cien personas en Texas. Sus cortes de presupuesto a la seguridad aeronáutica redundará en colisiones mortales. Durante las elecciones ocultó sus ansias genocidas de asesinar personas palestinas, pero su apoyo abierto a “Israel” y su bombardeo a los enclaves nucleares de Irán ya va rivalizando con los arranques nucleares de Kennedy.
Sin miedo a equivocarse, aún falta por desplegar ese peligro de los diez millones de evangélicos fanáticos cuyo ciego entusiasmo apoyó a Trump. Ha jugado desde hace rato con la idea de permanecer en el poder más allá de 2028, a pesar de la prohibición constitucional. Su “Bill Grande y Bello” es un ataque directo a las personas más pobres de Estados Unidos.
Mientras dominen las policías MAGA1, no dejará de reinar la inseguridad económica. Después de que entren en vigor sus recortes al Sistema de ayuda de Salud, luego de las elecciones al congreso de 2026, millones de personas perderán sus derechos al cuidado médico. La mayoría se verá obligada a trabajar largas horas, durante más años, por menos dinero.
La aristocracia Empresarial descuida la igualdad castigando a las personas pobres para que aumenten los privilegios de las élites. Luego de pagar por su admisión un nada despreciable millón de dólares cada uno, Musk, Bezos, Zuckerberg y otros nuevos aristócratas se alinearon servilmente en la inauguración de Trump, igual que los terratenientes de Prusia y los empresarios de Alemania que consintieron a Hitler. En total, Trump gastó 239 millones de dólares en la celebración de su segunda ascensión a la posición más poderosa del mundo. Esta observación acota directamente la inmortalidad de esta aristocracia de grandes riquezas, no es una solución política para su glotonería. Hace mucho, los pronósticos del historiador Barringtonn Moore lo llevaron a concluir minuciosamente que el fascismo en Alemania, Italia y Japón estaba esencialmente regido por aristocracias del siglo 20. A diferencia de Francia, estos tres países no habían producido revoluciones que derrocaran el feudalismo. Siguiendo a Moore, las ejecuciones en la guillotina de dos mil aristócratas franceses salvó probablemente a Francia de haberse vuelto fascista durante el siglo 20, un precio bajo si se compara con las millones de personas sacrificadas en los altares que volvían a Alemania, Italia y Japón grandes otra vez.
La nueva aristocracia de hoy puede creer que el “tecno feudalismo” es algo innovador y tecnológicamente avanzado, pero sigue estando regido por una aristocracia. Su sueño es el poder eterno y delimitado, una cruzada que necesita deshacerse de los principios básicos de la democracia como la igualdad y la justicia. Si el concepto de “Libertad” de la élite como “Libertad de los ricos” no se descarta por su propia estupidez y arrogancia, ¿cómo pueden ser menguados su poder y su riqueza?
Tienen tanto miedo a una irrupción del movimiento popular que han impuestos restricciones legales extremas a la libertad de discurso. Al mismo tiempo que apoyan la “libertad de discurso” destruyen tal libertad para todo aquel que afirme los derechos humanos de personas palestinas. Sin una discusión pública, han distorsionado el significado del antisemitismo para hacer, si acaso, solo críticas pacificadas de las acciones criminales de “Israel”. Han redefinido el “antisemitismo” como una crítica a “Israel”, cuando en realidad es una forma específica de racismo, no una perspectiva política. El nuevo antisemitismo de los jerarcas está mortalmente fortalecido en una nueva formulación, específicamente en contra de los semitas palestinos quienes sufren la masacre cotidiana en Gaza mientras el mundo occidental vitorea desde las graderías. El rechazo popular a las políticas de Trump es tan consistente que Zohran Mamdani ganó recientemente las primarias a la alcaldía de la ciudad de Nueva York levantándose en contra de las políticas MAGA y el genocidio. Desde su demagogia, Trump respondió recurriendo al temor ante los emigrantes y amenazó con deportar a Mamdani por “antisemita”.
En la rueda de su incuestionable apoyo al estado sionista, la aristocracia empresarial ha impulsado la “israelización” del mundo. No hace mucho podíamos ir a recibir a nuestros seres queridos a los terminales viajeros. Hoy día los aeropuertos se han convertido e zonas de alta seguridad donde abundan los cateos y sobran las represiones. El espacio público es objeto de espionaje y monitoreo creciente. ¿Ha habido alguna anuencia a esta pérdida de libertades básicas a cambio de armar un estado canalla hasta los dientes e inducirlo a cometer genocidio? ¿Cuánto más tolerarán los estadounidenses las estrictas medidas de seguridad impuestas a su espacio como influencia en los Estados Unidos de las políticas de Israel?
Podemos fantasear con la guillotina y preservar la democracia en el siglo 21, pero ¿quién está en condiciones de hacerlo? Es claro que la nueva aristocracia ha robado la extensa riqueza producida por generaciones previas y que merece ser gestionada responsablemente, pero ¿quién podría administrar? La popularidad que goza Luigi Mangione, quien asesino al CEO del United Healthcare2 muestran la extendida aprobación del castigo popular al lucro de las empresas. Hace mucho, el psicólogo Frantz Fanon descubrió la alegría a las personas oprimidas cuando confrontan a sus torturadores. La acción de Mangione ha desatado sentimientos de alegría entre muchas víctimas del United Healthcare, pero ¿Cuál será el resultado de este acto individual de justicia?
Librarse de Hitler, Tojo y Mussolini tuvo el costo de una gran guerra y diez mil millones de vidas. ¿Se requiere un esfuerzo internacional similar para detener la dominación de Estados Unidos? Sinceramente, Espero que no. Si existen y se nutren apropiadamente iniciativas de boicot mundial a Estados Unidos e “Israel” podría ser un camino para evitar el conflicto militar. Si los gobiernos y los individuos rechazan resueltamente comprar y vender a EEUU e “Israel”, ¿cuánto puede continuar su dominación? Un boicot mundial como el que se articuló en contra del apartheid sudafricano podría impedir futuras guerras. Más allá de estos métodos no violentos, ¿cómo se puede acabar con la regencia de esta nueva aristocracia mundial?
Aunque pueda parecer que Trump y las políticas MAGA han ganado justamente la partida, la historia tiene sus propias artimañas que nos llevan por extrañas y misteriosas vías. El mismo “éxito de Israel” prepara las condiciones subjetivas para el aislamiento y el rechazo mundial al actual régimen de apartheid genocida. Cuando los pueblos del mundo se den la mano en esfuerzos concertados para obligar a que “Israel” y EE. UU. se comporten sin impulsos asesinos enfermizos, la humanidad dará un paso agigantado hacia el futuro.
1 Políticas que se articulan en torno al eslogan de Make American Great Again, Volver a Hacer Grande a Estados Unidos. Plagadas de chovinismo y legitimadoras de los excesos peligrosos de la presidencia actual de Estados Unidos. N. de la t.
2 Empresa que gestiona el acceso a la salud en Estados Unidos. N. de la t.